¿Estamos dispuestos a cambiar las reglas del juego?
- Mariana Pontón
- 25 may
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 27 may
El pitazo inicial suena y todo el estadio se llena de gritos. Pero esta vez, las graderías no están repletas, las cámaras no hacen zoom a las caras emocionadas, y el partido, aunque increíble, no parece importar. Así es el fútbol femenino en Colombia: un partido jugado en silencio, invisibilizado por los medios que aún no le dan el reconocimiento que merece, reflejando un problema profundo de equidad en el deporte y olvidado por una sociedad que no ve lo que no le enseñan a mirar.
En 2016, cuando por fin nació la liga profesional femenina, parecía que las cosas cambiarían. Pero el inicio de esta historia no fue el esperado. Según un estudio de La Liga Contra el Silencio, los equipos femeninos trabajan con presupuestos hasta 10 veces menores que los masculinos. La diferencia no es solo económica: apenas el 10% de las noticias deportivas en Colombia se enfocan en deportes femeninos, y dentro de este porcentaje, una mínima fracción está dedicada al fútbol. ¿Cómo competir en condiciones tan desiguales?
La teoría de agenda setting nos da algunas respuestas. Los medios, al decidir qué temas resaltar, moldean las prioridades del público. Durante años, el fútbol masculino ha sido el protagonista indiscutible, con titulares constantes y transmisiones en horario estelar, condicionando nuestra percepción. Mientras tanto, los logros del fútbol femenino son tratados como historias secundarias, incapaces de competir con la narrativa ya consolidada de los hombres en la cancha.
La falta de cobertura mediática y de oportunidades ha dejado a las jugadoras en condiciones precarias, cerrando puertas a patrocinadores y dificultando su visibilidad. Además, la ausencia de narrativas que las humanicen perpetúa la desconexión con el público, limitando su impacto como referentes en una sociedad que necesita más modelos femeninos de liderazgo.
Otros deportes femeninos, como el ciclismo y el atletismo, han tenido momentos de mayor visibilidad gracias a figuras como Mariana Pajón o Caterine Ibargüen. Sin embargo, estas excepciones suelen depender de resultados inmediatos como medallas de oro o récords mundiales
El partido del fútbol femenino no es solo contra sus rivales en la cancha. Es contra un sistema que apaga las luces antes de empezar el partido. Aunque la situación ha mejorado, queda mucho por hacer. Es hora de darle a los deportes femeninos, especialmente al fútbol, el lugar que merecen. No por caridad ni por compasión, sino porque las jugadoras ya han demostrado que tienen la calidad, la pasión y el compromiso para estar en el centro de la cancha. ¿Estamos dispuestos a cambiar las reglas del juego?




Comentarios